Este edificio surge como una variante del proyecto vecino, en un lote contiguo, reinterpretando los principios de integración con el paisaje y las necesidades de habitabilidad contemporánea. Su carácter es sobrio y único, con un lenguaje clásico que se renueva a través de detalles y recursos arquitectónicos.

La incorporación de parasoles y elementos vegetales en fachada responde a una doble estrategia: aprovechar las visuales y la orientación natural, al tiempo que se garantiza protección solar, confort térmico y privacidad para cada usuario. La vegetación se convierte en un filtro vivo que acompaña los cambios del entorno y refuerza la relación constante entre arquitectura y naturaleza.

La organización espacial mantiene una lógica clara y funcional, con unidades que privilegian la apertura hacia el exterior y un diseño pensado para optimizar la vida cotidiana. El equilibrio entre materiales neutros, transparencia y el recurso verde convierte al edificio en un sistema sensible al clima y a la experiencia del habitar.

Más que una obra aislada, el proyecto dialoga con su contexto inmediato y se integra a un paisaje urbano en transformación. Representa un ejercicio de arquitectura contemporánea donde la simpleza formal, la eficiencia y la calidad espacial convergen en un modo de habitar que mira hacia el futuro sin perder la sobriedad de lo atemporal.